Pocas personas piensan más de dos o tres veces al año; he adquirido una reputación internacional por pensar una o dos veces a la semana.
George Bernard Shaw
Como dice el dicho, “Entre más cambian las cosas, más permanecen iguales.” Al teclear en Google “Entrenamiento profesional para formar maestros de Yoga Restaurativo”, ¡obtuve 208,000 respuestas! Luego escribí, “Entrenamiento profesional para formar maestros en Yoga Terapia” y obtuve 2, 650,000 respuestas. ¡Obviamente se trata de un tema de interés general! La gran mayoría de estos cursos duran entre 15 y 40 horas (uno o dos fines de semana). También se ofrecen cursos más largos (usualmente de 200 a 300 horas). Encontré un entrenamiento para formar maestros de yoga de 1000 horas, pero en realidad no había comenzado. Sólo se había propuesto.
George Bernard Shaw
Como dice el dicho, “Entre más cambian las cosas, más permanecen iguales.” Al teclear en Google “Entrenamiento profesional para formar maestros de Yoga Restaurativo”, ¡obtuve 208,000 respuestas! Luego escribí, “Entrenamiento profesional para formar maestros en Yoga Terapia” y obtuve 2, 650,000 respuestas. ¡Obviamente se trata de un tema de interés general! La gran mayoría de estos cursos duran entre 15 y 40 horas (uno o dos fines de semana). También se ofrecen cursos más largos (usualmente de 200 a 300 horas). Encontré un entrenamiento para formar maestros de yoga de 1000 horas, pero en realidad no había comenzado. Sólo se había propuesto.
Un curso de 36 horas publicitaba: “Este curso abarca lo que se requiere para una certificación completa como maestro en yoga restaurativo.” Y “La asistencia a las 36 horas que se marcan en el programa es obligatoria para recibir la certificación.” Otro curso de 35 horas, de manera honesta declara: “Este curso está diseñado para el desarrollo personal y al término no se certificará como maestro profesional de yoga.” Un curso de 80 horas publicita que dará la preparación para trabajar con atletas, lesiones musculares, enfermedades relacionadas con estrés, fatiga crónica, fibromialgia, asma, enfermedades cardiacas y cáncer. No se menciona certificado. ¿Qué está pasando con estos programas?
Las fotografías de estos sitios web usualmente muestran uno o dos escenarios: un yoga terapeuta con semblante compasivo que ajusta gentilmente a una persona que parece sufrir y mostrarse agradecida, lo que apela a la necesidad básica de los humanos de ayudarse unos a otros. El segundo escenario muestra a personas apoyándose en accesorios como bolsters, evocando fuertemente las posturas de una rutina que fue publicada primero por el Yoga Journal en 1988. El mensaje parece ser que podemos curar o al menos ayudar a aquellos que sufren de todo, desde enfermedades cardiacas hasta cáncer siendo compasivos y aprendiendo una simple rutina en un fin de semana ¡o dos!
Alguien sugirió que un instructor de yoga debería, al menos, estar tan preparado como un estilista; y, por supuesto, se necesita más entrenamiento para un yogaterapeuta. Pensé que eso sonaba razonable. Llamé a una escuela de belleza local en Calgary. ¿Están sentados? El entrenamiento básico lleva 1400 horas más 1400 horas de aprendizaje; total, ¡2800 horas! ¿Y qué hay de un masajista? Revisé en sitio web del Mount Royal University: 1100 horas por un certificado (9 meses en tiempo completo) y 2200 horas por un diploma (2 años tiempo completo). Pero, cuando los graduados de un programa de entrenamiento profesional para maestro de yoga de 200 horas se les dice “es sólo el comienzo”, muchos de ellos se sorprenden. ¡Piensan que ya habían terminado! … pero ¡cursa otras 36 horas y podrás convertirte en un yoga terapeuta certificado!
La idea de que la práctica de yoga es benéfica para la salud, comenzó hace cerca de medio siglo. De acuerdo con William J. Broad, autor del polémico libro The Science of Yoga, el libro del millón de copias vendidas de Iyengar, Light on Yoga (cuya primera publicación fue en 1966), con su lenguaje médico, sus afirmaciones de curas y beneficios terapéuticos, logró cambiar el foco de atención del yoga de la magia y erotismo a salud.
Las propuestas de salud hechas por Iyengar y por otros, fueron pronto investigadas por científicos occidentales; entre ellos, el Dr. Dean Ornish, cuyo libro Dr. Dean Ornish’s Program for Reversing Heart Disease se publicó en 1990. El libro revela que siguiendo una rutina de posturas de yoga, una dieta yóguica (vegetariana y baja en grasa); relajación (savasana); dejar de fumar y apoyo psicosocial, la enfermedad de la arteria coronaria no solamente podía detenerse sino, de hecho, revertirse. Otro investigador, el Dr. Herbert Benson, investigó los cambios fisiológicos que ocurren durante la meditación. Descubrió que las técnicas que estudió activaron el sistema nervioso parasimpático (descanso, restauración, relajación, renovación). En 1975, nueve años después del libro de Iyengar, Light on Yoga, Benson publicó un número uno en ventas, The Relaxation Response, en el que la meditación fue desmitificada. A pesar de las exageradas pretensiones que aún proclamaban algunos maestros de yoga, la corriente principal de yoga descansaba en un fundamento sólido, respaldado y respetado científicamente.
El foco en yoga fue entonces la salud. Ornish demostró que el yoga podía ser una herramienta poderosa para la rehabilitación cardiaca, mientras que Benson mostró que el antídoto para el estrés era la relajación/meditación. Alentados por maestros y estudios respaldados por la ciencia, las academias comenzaron a publicitar clases para atender una serie de padecimientos. Títulos como “Relájate y renuévate”, “El aniquilador del estrés” y “Yoga para una mejor espalda” comenzaron a mostrarse en los menús de las academias, pero ¿dónde estaban los chefs? ¿Estaba alguien entrenado para enseñar estas nuevas clases? En general, nadie lo estaba. Afortunadamente, algunos cuantos maestros tenían ya la formación occidental en algún área de las ciencias médicas de la salud y ya eran doctores, enfermeras, fisioterapeutas, kinesiólogos, masoterapeutas, etc. Para estos maestros fue más fácil hacer la conexión entre lo que habían estudiado en la escuela y lo que habían estudiado en su formación para maestros de yoga. Otros maestros que se acordaron de lo que habían visto en las clases médicas de India mezclaron sus enseñanzas con el sentido común y comenzaron a cubrir la nueva demanda. También hubo quienes, tal vez la mayoría, comenzaron a ofrecer clases terapéuticas sin tener entrenamiento suficiente. Simplemente refrescaron sus rutinas regulares y las ofrecieron bajo un nombre diferente.
En 1988 el Yoga Journal publicó lo que pudo haber sido el primer artículo acerca del yoga terapéutico/restaurativo: Yoga terapéutico – “Al mejorar la circulación y promover la relajación profunda, esta secuencia terapéutica de asanas es restaurativa frente a una variedad de problemas para la salud,” escrito por Erin Murphy, una reconocida maestra de yoga de Calgary. Mientras ella tomaba un curso en el Instituto de Iyengar en 1985, colapsó probablemente debido a una reacción frente a la extrema contaminación en Puna. Iyengar le diseñó una rutina para apoyar sus pulmones, la cual ella publicó después en el Yoga Journal. El artículo y la rutina pueden verse en el siguiente enlace: ErinMurphyArticle.pdf. Debido a la gran penetración del Yoga Journal en la comunidad internacional de yoga y a la falta de rutinas terapéuticas creíbles hasta ese momento, la de Erin rápidamente se convirtió en el criterio estándar hasta ahora.
El Dr. Loren Fishman, Director Médico del Manhatan Physical Medicine and Rehabilitation en la Ciudad de Nueva York, quien ha escrito siete libros acerca de yoga para varios padecimientos (artritis, osteoporosis, dolor de espalda, etc.) remarcó una vez que el yoga está en una encrucijada, en la intersección entre la religión y la ciencia. Ha venido de una tradición religiosa donde la figura de autoridad es el Guru y ha llegado a un ambiente en el que la ciencia reclama pruebas con estudios doble ciego y estadísticas. Usamos lenguaje científico para apoyar nuestras creencias y convencer a otros cuando nos es conveniente. Cuando estamos cansados de usar nuestros cerebros (admito tarea difícil) nos defendemos poniendo nuestras palabras en boca del maestro “Lo dijo el Guru, el Maestro… Maharishi dijo” para apoyar así nuestros argumentos.
Tanto William Broad como Loren Fishman han sugerido que la falta de un adecuado entrenamiento profesional para maestros de yoga (basado en la ciencia) podría ser responsable de muchas de las lesiones de los practicantes de yoga que ahora están saliendo a la luz. Nadie aún ha mostrado clara y llanamente la mejor forma de entrenar profesionalmente a los maestros de yoga, pero dadas las lesiones que van en aumento, pronto este tema tendrá que publicarse.
Los maestros de yoga, tanto los comunes como los restaurativos, están lidiando con la salud física, mental y espiritual de sus estudiantes. Seguramente esto requiere de al menos, tanto entrenamiento como quien cuida de nuestro cabello.
Las fotografías de estos sitios web usualmente muestran uno o dos escenarios: un yoga terapeuta con semblante compasivo que ajusta gentilmente a una persona que parece sufrir y mostrarse agradecida, lo que apela a la necesidad básica de los humanos de ayudarse unos a otros. El segundo escenario muestra a personas apoyándose en accesorios como bolsters, evocando fuertemente las posturas de una rutina que fue publicada primero por el Yoga Journal en 1988. El mensaje parece ser que podemos curar o al menos ayudar a aquellos que sufren de todo, desde enfermedades cardiacas hasta cáncer siendo compasivos y aprendiendo una simple rutina en un fin de semana ¡o dos!
Alguien sugirió que un instructor de yoga debería, al menos, estar tan preparado como un estilista; y, por supuesto, se necesita más entrenamiento para un yogaterapeuta. Pensé que eso sonaba razonable. Llamé a una escuela de belleza local en Calgary. ¿Están sentados? El entrenamiento básico lleva 1400 horas más 1400 horas de aprendizaje; total, ¡2800 horas! ¿Y qué hay de un masajista? Revisé en sitio web del Mount Royal University: 1100 horas por un certificado (9 meses en tiempo completo) y 2200 horas por un diploma (2 años tiempo completo). Pero, cuando los graduados de un programa de entrenamiento profesional para maestro de yoga de 200 horas se les dice “es sólo el comienzo”, muchos de ellos se sorprenden. ¡Piensan que ya habían terminado! … pero ¡cursa otras 36 horas y podrás convertirte en un yoga terapeuta certificado!
La idea de que la práctica de yoga es benéfica para la salud, comenzó hace cerca de medio siglo. De acuerdo con William J. Broad, autor del polémico libro The Science of Yoga, el libro del millón de copias vendidas de Iyengar, Light on Yoga (cuya primera publicación fue en 1966), con su lenguaje médico, sus afirmaciones de curas y beneficios terapéuticos, logró cambiar el foco de atención del yoga de la magia y erotismo a salud.
Las propuestas de salud hechas por Iyengar y por otros, fueron pronto investigadas por científicos occidentales; entre ellos, el Dr. Dean Ornish, cuyo libro Dr. Dean Ornish’s Program for Reversing Heart Disease se publicó en 1990. El libro revela que siguiendo una rutina de posturas de yoga, una dieta yóguica (vegetariana y baja en grasa); relajación (savasana); dejar de fumar y apoyo psicosocial, la enfermedad de la arteria coronaria no solamente podía detenerse sino, de hecho, revertirse. Otro investigador, el Dr. Herbert Benson, investigó los cambios fisiológicos que ocurren durante la meditación. Descubrió que las técnicas que estudió activaron el sistema nervioso parasimpático (descanso, restauración, relajación, renovación). En 1975, nueve años después del libro de Iyengar, Light on Yoga, Benson publicó un número uno en ventas, The Relaxation Response, en el que la meditación fue desmitificada. A pesar de las exageradas pretensiones que aún proclamaban algunos maestros de yoga, la corriente principal de yoga descansaba en un fundamento sólido, respaldado y respetado científicamente.
El foco en yoga fue entonces la salud. Ornish demostró que el yoga podía ser una herramienta poderosa para la rehabilitación cardiaca, mientras que Benson mostró que el antídoto para el estrés era la relajación/meditación. Alentados por maestros y estudios respaldados por la ciencia, las academias comenzaron a publicitar clases para atender una serie de padecimientos. Títulos como “Relájate y renuévate”, “El aniquilador del estrés” y “Yoga para una mejor espalda” comenzaron a mostrarse en los menús de las academias, pero ¿dónde estaban los chefs? ¿Estaba alguien entrenado para enseñar estas nuevas clases? En general, nadie lo estaba. Afortunadamente, algunos cuantos maestros tenían ya la formación occidental en algún área de las ciencias médicas de la salud y ya eran doctores, enfermeras, fisioterapeutas, kinesiólogos, masoterapeutas, etc. Para estos maestros fue más fácil hacer la conexión entre lo que habían estudiado en la escuela y lo que habían estudiado en su formación para maestros de yoga. Otros maestros que se acordaron de lo que habían visto en las clases médicas de India mezclaron sus enseñanzas con el sentido común y comenzaron a cubrir la nueva demanda. También hubo quienes, tal vez la mayoría, comenzaron a ofrecer clases terapéuticas sin tener entrenamiento suficiente. Simplemente refrescaron sus rutinas regulares y las ofrecieron bajo un nombre diferente.
En 1988 el Yoga Journal publicó lo que pudo haber sido el primer artículo acerca del yoga terapéutico/restaurativo: Yoga terapéutico – “Al mejorar la circulación y promover la relajación profunda, esta secuencia terapéutica de asanas es restaurativa frente a una variedad de problemas para la salud,” escrito por Erin Murphy, una reconocida maestra de yoga de Calgary. Mientras ella tomaba un curso en el Instituto de Iyengar en 1985, colapsó probablemente debido a una reacción frente a la extrema contaminación en Puna. Iyengar le diseñó una rutina para apoyar sus pulmones, la cual ella publicó después en el Yoga Journal. El artículo y la rutina pueden verse en el siguiente enlace: ErinMurphyArticle.pdf. Debido a la gran penetración del Yoga Journal en la comunidad internacional de yoga y a la falta de rutinas terapéuticas creíbles hasta ese momento, la de Erin rápidamente se convirtió en el criterio estándar hasta ahora.
El Dr. Loren Fishman, Director Médico del Manhatan Physical Medicine and Rehabilitation en la Ciudad de Nueva York, quien ha escrito siete libros acerca de yoga para varios padecimientos (artritis, osteoporosis, dolor de espalda, etc.) remarcó una vez que el yoga está en una encrucijada, en la intersección entre la religión y la ciencia. Ha venido de una tradición religiosa donde la figura de autoridad es el Guru y ha llegado a un ambiente en el que la ciencia reclama pruebas con estudios doble ciego y estadísticas. Usamos lenguaje científico para apoyar nuestras creencias y convencer a otros cuando nos es conveniente. Cuando estamos cansados de usar nuestros cerebros (admito tarea difícil) nos defendemos poniendo nuestras palabras en boca del maestro “Lo dijo el Guru, el Maestro… Maharishi dijo” para apoyar así nuestros argumentos.
Tanto William Broad como Loren Fishman han sugerido que la falta de un adecuado entrenamiento profesional para maestros de yoga (basado en la ciencia) podría ser responsable de muchas de las lesiones de los practicantes de yoga que ahora están saliendo a la luz. Nadie aún ha mostrado clara y llanamente la mejor forma de entrenar profesionalmente a los maestros de yoga, pero dadas las lesiones que van en aumento, pronto este tema tendrá que publicarse.
Los maestros de yoga, tanto los comunes como los restaurativos, están lidiando con la salud física, mental y espiritual de sus estudiantes. Seguramente esto requiere de al menos, tanto entrenamiento como quien cuida de nuestro cabello.